Esta tarde ha comenzado el mundial de Qatar 2022, uno de los más controvertidos de la historia del fútbol. En todo el mundo se han organizado movilizaciones de repudio al Emirato y a las violaciones a los derechos humanos. Una de ellas en la madrileña Plaza de Ópera.
Se calcula que más de 7 mil trabajadores murieron en el proceso de construcción de los campos de fútbol donde se desarrollará la competición deportiva más importante del mundo después de los juegos olímpicos.
La FIFA por su parte ha mirado hacia otro lado, vendiendo el alma a los petrodólares y aceptando jugosas primas para taparse la nariz.
Joseph Blatter, anterior presidente ha reconocido que ha sido un error la elección de Qatar como organizador limitándose a temas logísticos, pero no ha condenado las violaciones a los derechos humanos o la falta de libertades sociales del país.
Hay que recordar además, que el expresidente de la FIFA fue suspendido de su cargo en 2015 por acusaciones de corrupción.
El actual presidente Gianni Infantino por su parte justifica y equipara la barbaridad de ceder la organización y el blanqueo al régimen de los Al Tanhi con los desafortunados comentarios sobre Europa “donde en los últimos 3 mil años no siempre se respetaron los derechos humanos”.
