La asociación Valiente Bangla por tercer año consecutivo ha organizado esta mañana de 24 de diciembre, vísperas de Navidad un nuevo reparto de alimentos a las personas que quisieran pedir la ayuda, previa inscripción e identificación.
Elahí, presidente de la asociación a partir de las 11 de la mañana se encargó en compañía de un par de paisanos de organizar de manera ordenada la entrega de un saco de mas o menos 20 kilos de comida no perecedera, arroz, azúcar, conservas con legumbres y alimentos básicos recién llegados en una furgoneta.
La Asociación Valiente Bangla nació en 2008 por iniciativa de un grupo de españoles a propósito de 37 inmigrantes de Bangladesh que cruzaron a Ceuta como tantos miles de inmigrantes que lo hacen cada año. “Fueron unos valientes que después de muchos días en el monte, cruzaron a territorio europeo y lograron con el tiempo y sacrificios regularizarse”. Afirma Elahí, un hombre de un español enrevesado, palabras concisas y claras, contextura gruesa y de más o menos 1.80 de altura.
La asociación es bien recibida, aceptada y muy respetada en el barrio, pues cumple una función transversal con inmigrantes de distintas latitudes y vecinos del barrio de toda la vida. Fueron de gran ayuda durante la pandemia, abrieron las puertas de su mezquita para el reparto de comida, han intermediado durante el covid para concienciar a la población de la necesidad de vacunarse o durante la última Fiesta musulmana del Cordero para que el Ayuntamiento de Madrid les permitiera celebrar el Rito del Rezo en las pistas deportivas de Calle Embajadores. Hace unos días han presentado 700 mil firmas en el Congreso en colaboración con Regularización, Ya.
En la fila se encuentran mayoritariamente mujeres, de mediana edad, todas inmigrantes, aunque muchas con DNI español debido a haberla obtenido después de muchos años de residencia. Están agradecidas con la iniciativa y con la asociación. La conocen de otras oportunidades donde han tenido que pedir ayuda. “Los hombres no vienen porque les da vergüenza”, me dice María, (nombre ficticio) sudamericana y con 22 años en España. Es del barrio y dice que las cosas están muy complicadas. A su edad no es fácil encontrar trabajo. Pide no salir en las fotografías porque su familia no sabe lo mal que lo está pasando ni quiere preocuparles.
Gina, brasilera, más o menos cuenta lo mismo. Ella lleva 6 años y la ayuda le servirá al menos para alimentar a su familia durante estos días festivos.
Hay un grupo de mujeres marroquíes que esquivan tanto la cámara como las preguntas y un par de niñas que acompañan a sus madres. Se esconden tras las bufandas y gorros. Está claro que saben muy bien por qué están ahí y al recibir las bolsas con alimentos intentan ayudar a sus madres a meterlas en los carros de la compra.
Es navidad o eso parece al salir de calle Provisiones, donde está ubicada la sede de la organización y se está realizando el reparto. Al enfilar hacia la glorieta de Embajadores por Miguel Servet se oyen villancicos, un par de africanos llevan puesto un gorro de Papá Noel, se ven más Papás Noel en las ventanas y balcones de los pisos, huele a churros y a kebap. Al llegar a “los baños de Embajadores”, me encuentro con una mesa con termos, vasos plásticos, voluntarias con guantes y un grupo de personas haciendo fila. Son los amigos de “Connect Madrid” repartiendo cafés y caldos calientes, ya es mediodía, pasado, pero esa es otra historia. Es Navidad…
