El 24 de enero la Universidad Complutense hizo entrega de los Premios extraordinarios de Grado del curso 2021-22, los Premios extraordinarios de Doctorado 2019-2020 y el nombramiento de “Alumni UCM llustres” 2023.
La mañana era fría, una de las más frías del año. La salida del metro Ciudad Universitaria sobre las 09.30 estaba abarrotada de chavales y la “cafetería al paso” del vestíbulo, también. Todo era normal, como en un martes cualquiera de enero, pero el panorama iba cambiando al avanzar hacia la Facultad de Ciencias de la Información, célebre por la controvertida entrega de los “Alumnos ilustres”. Era el día de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas.
Al salir a la calle, nada más girar al sentido opuesto de las escaleras del metro el panorama más que el de los alrededores de un campus universitario, se parecía al de una previa de un partido por la Champions League, un derbi o la preparación de una huelga general.
Varias decenas de policías nacionales, antidisturbios, formaban cordones e identificaban a toda persona que quisiera acceder a la facultad, fueras estudiante o no. Los alumnos que quisieron acceder a las aulas debieron acreditar carnet en mano que pertenecían a esa escuela y los periodistas que a esas horas deambulábamos por ahí debimos mostrar el QR que se nos facilitó desde el gabinete de prensa, previa solicitud vía email.
Entre el asombro de los estudiantes y enfado de algunos, los jóvenes pudieron acceder poco a poco al recinto, sitiado también por la policía.
A esa hora no había manifestantes, sí unas cuantas cámaras de televisión y reporteros, preguntando a los alumnos su parecer y captando las primeras tomas para los telediarios y “anarosas y grisos” de turno, unos seis o siete fotógrafos con las manos frías calculando parámetros, pero sobre todo uniformes azul oscuro, botas, porras aun envainadas y cascos, dando indicaciones y pidiendo documentación.
A las 10 de la mañana estaba convocada una concentración para repudiar la entrega del reconocimiento a la presidenta de la Comunidad de Madrid, comenzó puntualmente y fue transversal en cuanto a edad de los participantes.
Hubo gente mayor, padres y jóvenes, cantaron consignas contra Ayuso, el capitalismo, la privatización de los servicios sociales e intentaron infructuosamente avanzar hacia la facultad puesto que la policía tenía instrucciones claras de impedirlo. Desde la boca del metro pudieron avanzar unos escasos 20 metros.
En medio, periodistas y gráficos intentaban hacer su trabajo, pero los cordones policiales se incrementaron, estorbando y separando a los comunicadores de los manifestantes.
Sobre las 10:30 de la mañana el ambiente comenzó a caldearse pese a que los manifestantes convocados se encontraban a unos 200 metros de distancia de la entrada a la facultad donde a las 11:00 estaba programado el acto de entrega de galardones. A esa hora ya sobrevolaba la zona un helicóptero de la policía.
A las 11:45 algunos fotoperiodistas que contábamos con el QR que nos daba acceso al campus como acreditados comenzamos a caminar hacia el evento. Para poder acceder tuvimos que pasar un primer control (el segundo en mi caso) en plena calle, a unos 100 metros de la entrada a la facultad, otro en la entrada donde el controlador era un guardia del servicio privado de la universidad y en las puertas, otro por parte de la policía.
Una vez dentro, en el salón de actos abundaban los sillones rojos, con una especie de folio con el nombre de la persona que debía ocuparlo. A esa hora con medio aforo, al fondo, la zona de prensa debidamente señalizada por folios impresos que ponían “prensa”, ya estaban instaladas una decena de cámaras apuntando al escenario principal y otro tanto de redactores esperando la llegada de los protagonistas, si, “LOS” protagonistas ya que no sólo se galardonaba a Ayuso.
A la misma hora los balcones de la facultad ubicados en el patio central de la facultad se comenzaban a llenar de alumnos contrarios a la determinación de entregar el galardón a la protagonista del día y se comenzaban a oír consignas e insultos:
“Ayuso pepera, los ilustres están ahí fuera”, “fuera fascistas de la universidad”, “Ayuso asesina” o “Ayuso facha y cucaracha”.
Poco antes de las 11, acompañada del Vicerrector de Relaciones Institucionales de la universidad la presidenta de la Comunidad accedió a la facultad, en ese momento los abucheos por un lado y unos tímidos aplausos por otro hicieron temblar el recibidor de acceso al salón de actos, los periodistas sorteamos los peldaños, invadimos la alfombra roja y más de algún pedestal de esos, tipo sucursal de banco que se ponen para ordenar las filas voló mientras los guardias intentaban poner orden.
En ese momento comenzaban las primeras escaramuzas entre los denominados despectivamente como “Ayusers”, bandera de España y de la Comunidad en mano que inexplicablemente (o no) se encontraban en el recibidor y los detractores, una clara mayoría, pero ubicados en los balcones, totalmente aislados. El “fuera fascistas de la universidad” sonó atronador y se escuchó desde las balconadas de las 4 o 5 plantas que tiene la facultad.
Los partidarios de la presidenta que cantaban “presidenta, presidenta” o “mayoría absoluta”, luego reconocieron en algún programa de televisión que se encontraban ahí porque desde el PP se les facilitó invitaciones. Algunos pertenecían a la universidad, pero no a esa facultad. Este punto es importante si se tiene en cuenta que muchos profesionales se quedaron fuera, sin acreditar porque el aforo según la organización “estaba completo”.
A las 11 de la mañana comenzó la ceremonia, con la bienvenida a cargo del Rector, Joaquín Goyache Goñi y el discurso del Decano, Jorge Clemente Mediavilla.
Se pasó a presentar los nombres de los galardonados, momento en que un grupo de alumnos y profesores abandonó el salón de actos y se pudieron oír algunos pitos, también aplausos que dentro del recinto fueron mayoritarios.
La primera galardonada de la ceremonia y también la primera en intervenir fue la alumna Elisa María Lozano, se trataba del mejor promedio y la primera de su promoción con un 9.2. Lozano comenzó reconociendo el esfuerzo de su madre, pero centró su discurso en Ayuso a quien atacó directamente:
“Los ilustres son otros”. “¿Está haciendo algo por nosotros? Yo creo que no”, clamó la joven estudiante, sorprendiendo a toda la dirección de la Facultad, a la prensa y al resto de presentes en el salón de actos. “Hoy es un día triste porque, cuando digo Ayuso, oigo aplausos”, prosiguió Lozano. Mientras tanto, a escasos tres metros y en primera fila, la presidenta de la Comunidad escuchaba a la joven que estaba logrando quitarle el protagonismo.
“Estoy harta de que se valore con notas… Harta de la ‘titulitis’. Para mí, la UCM son mis compañeros que están ahí fuera manifestándose, son los ilustres de verdad”, dijo la antigua alumna.
En ese momento desde la tribuna se comenzaron a oír: “fuera, fuera…”
Lozano bajó del escenario y se marchó.
La ceremonia prosiguió con el nombramiento de “Alumni UCM Ilustres 2023” a cargo del Vicerrector de Relaciones Institucionales, José María Coello de Portugal, de los Alumni propuestos por la Junta de Facultad: Rafa Antón, Almudena Ariza (no estuvo presente), Angel Expósito, Arturo Pérez Reverte (no estuvo presente), Antonio de la Torre, Xurxo Torres y Miguel Trillo quienes agradecieron el reconocimiento, recordaron su época de estudiantes, pero lamentaron la exagerada crispación política y social por la que atravesamos.
Llegaba la hora de Ayuso, quien vestía un traje gris y sonreía a los fotógrafos.
Subió al estrado, fue galardonada y comenzó su discurso, debidamente impreso:
“Hay una canción que siempre me inspira en los momentos delicados, “Peces de ciudad”, que entre otras cosas dice que “al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver”.
Acabó su intervención, posó para la prensa, bajó las escaleras y se sentó…
Fuera ya se comenzaba a organizar la despedida. Por un lado, los “alumnos acreditados” simpatizantes y un poco más vehementes, cantaban y dirigían sus dardos a los estudiantes ubicados en los balcones pero que poco a poco fueron ubicándose más allá del perímetro de seguridad. Los guardias que podían hacer su trabajo como buenamente se les permitía se mezclaban con funcionarios de la facultad que intentaban calmar los ánimos con poco éxito.
Sobre las 13:00 horas la protagonista de la mañana abandonó la facultad, los empujones, enfrentamientos e insultos aumentaron.
Ella se largó con su comitiva tras un par de canutazos con las radios y televisiones. En la entrada de la facultad se concentraron los antidisturbios. Dicen que por primera vez en tiempos de democracia la policía accedió sin restricciones, eso sí, con el beneplácito de la rectoría.
Hubo un detenido, una chica acusó haber sido golpeada por un simpatizante de la presidenta, pero lo que abundó fue la crispación y el odio en todas direcciones … de Ilustre, la jornada tuvo poco.